lunes, 27 de octubre de 2014

El cambiante sistema partidario boliviano

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 17:51:00, under | No comments

(publicado en ANF virtual, abril 2014) ¿Hay modificaciones en el sistema de partidos hoy? Para responder esto veamos sucintamente la evolución de tal cosa en las dos últimas décadas. Los noventas del siglo anterior pueden verse como el momento del sistema multipartidista moderado asentado en tres partidos principales; el MNR, la ADN y el MIR. Como los acontecimientos políticos en nuestro país se desarrollan vertiginosamente, este sistema ya empieza a mostrar sus dificultades a finales de aquella década y para inicios del 2000 ya no hay duda de su crisis. Ésta es inocultable el 2003 y por ello el MAS copa el espectro electoral en 2005 y es el actor protagónico, casi único, hasta inicios de su segundo mandato en 2010 que parece un monólogo. Es verdad que ese primer periodo le tocó enfrentar una oposición virulenta, con anclaje regional y eso ayudó a aumentar su electorado para aquel referéndum que terminó siendo ratificatorio, abonando también el posterior desempeño electoral que le dio los dos tercios en las cámaras legislativas. Ahora bien, eso ha cambiado en términos de percepción de importantes sectores de la ciudadanía como es sabido, sin que le impide ser el con mayor adhesión. Aunque sigue habiendo un núcleo duro de sectores de extracción popular que apoya incondicionalmente al presidente Morales y su partido, hay otros que no, y por ahora seguramente son minoría, como lo fue el MAS en las primeras incursiones electorales con Evo Morales al frente como diputado uninominal. A diferencia de Convergencia Nacional que se armó improvisadamente para enfrentar al MAS en 2009 hoy hay un trío de fuerzas, que con sus dificultades, están considerando alianzas para conseguir una disputa en mejores condiciones, así la mesa de la lid esté inclinada a favor del “carro del corregidor” (el caso del árbitro poco confiable, el TSE y la abierta campaña oficialista, por ejemplo). Como es conocido, recientemente el MSM y el MSD con sus visibles jefes Juan del Granado y Rubén Costas han difundido un importante documento donde identifican 10 coincidencias programáticas. Sólo una lectura muy mezquina podría sostener que no son relevantes o lo son poco. Más aun cuando consideramos las trayectorias políticas de cada agrupación y principalmente de sus cabezas, más tienen en común importantes gestiones gubernamentales en ámbitos subnacionales. Se ha dicho recientemente que sería paradójico que justamente el Frente Amplio -y allí dentro UN y su visible pre-candidato Samuel Doria Medina- quede fuera de un esquema de unidad, cuando precisamente desde allí se pregonó esa necesidad. Ambas opciones hasta ahora han ido transitando por caminos novedosos. El acercamiento, que no alianza todavía, entre el MSM y MSD han preferido priorizar una agenda programática, casi para desesperación de cierta audiencia política que preferiría el viejo estilo de “ya nos unimos, ahora a ver que proponemos”. Son temas relevantes que tienen que ver con la vitalidad de la democracia contemporánea, en los aspectos específicamente políticos (Edo. de Derecho, autonomías de verdad, etc) hasta mayormente de la vida cotidiana de la ciudadanía (seguridad, trabajo digno y erradicación de la pobreza). Los otros, los del FA, con esa iniciativa inédita a escala nacional de seleccionar candidato por la vía de una “encuesta vinculante”, que tuvo éxito en Beni hace poco. No es una novedad menor en un país de tradición caudillista como el nuestro. De algunos/a de los/a que conozco se que son gente con cabeza y personalidad propia para no estar formando parte de ninguna puesta en escena, como se ha insinuado maliciosamente desde el oficialismo. Si, así sea por razones de sobrevivencia, no sólo de ellos sino de la misma democracia, la tentación caudillista es refrenada es posible incluso pensar en una articulación mayor. De hecho, acabamos de conocer una disidencia democrática en esa dirección desde José A. Quiroga y Loyola Guzman. En suma, no hay por qué desahuciar las voces críticas de muchas cosas que están en la actualidad noticiosa de los últimos meses, que ponen en serio cuestionamiento lo que parecía una hegemonía indiscutida, al menos en el plano ideológico, del MAS. No hay que olvidar que cualquier discurso político debe necesariamente interpelar en términos también de valores morales, que para ser efectivos necesitan cierta credibilidad que está en consonancia con las acciones. Y de eso los actuales jerarcas del oficialismo, como lo ha destacado con absoluta pertinencia la CEB, como vocera autorizada de la Iglesia Católica en Bolivia, están dando mucho para el desaliento, cuando menos de esa coherencia acciones-juicio moral. La(s) Iglesia(s), no ahora, sino en las últimas décadas ha(n) sido una voz, en registro moral, de asuntos como son los bienes políticos intangibles que consistentemente han sido audibles para una muy importante parte de la ciudadanía que comparte esa educación moral. Incluso una sociedad de las características de la boliviana, laxa en varios aspectos de carácter, requiere de esos componentes a la hora de establecer legitimidad. Por eso las destempladas descalificaciones a la voz de la CEB o de las críticas, incluidas las de ex masistas, varios de ellos de conocida trayectoria política, van mostrando por contraste que no es imbatible la imagen construida del actual presidente y menos la del vice (como apuntaba recientemente un exmandatario). Así, quienes son críticos hoy del proyecto masista pueden representar opción legítima de reconfiguración democrática sin desandar lo conseguido en este reciente tramo. No hay régimen monopartidario en el mundo que pueda ser considerado democrático, aunque pueda ser muy eficiente satisfaciendo demandas corporativas, de sector o de sus jerarcas. Esa es una posibilidad remota en nuestro país y de los y las ciudadanas activas depende también de que así de lejana siga siendo.

Presidente boliviano en Chile

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 17:47:00, under | No comments

(publicado en Agencia Nacional Fides, ANF, marzo 2014) Esta vez el encuentro entre el presidente de nuestro país y del vecino chileno ya fue entre quienes perdieron la inocencia. Desde luego los protocolos se siguieron, como debe ser, pues están establecidos para eso, para facilitar los encuentros y eventuales conversaciones entre altos representantes -aquí nunca se insistirá demasiado en esa investidura-. Si se podía abrigar, con alguna razón, por los antecedentes políticos y personales de la mandataria, algún cambio significativo luego de la presentación ante la Corte de La Haya, respecto a su predecesor en la Moneda, pues nada de nada. Del tema marítimo, el principal de la famosa agenda de los 13 puntos que estableció la Sra. Bachelet con nuestro gobierno en su anterior periodo, ahora nos dice, que se pueden retomar los otros doce, pero ese principal no puesto que está ante cortes internacionales. Difícil una postura más inflexible, considerando que nuestro pedido ante tales jueces es el de retomar un a negociación de buena fe. Por aquí, casi con embeleso se repite “es que Chile tiene políticas de Estado”. Sostengo que es la posición más cómoda del que se siente fuerte ante el que considera débil. Ni la más lúcida, ni la más generosa, desde luego. Por eso hace bien nuestra Cancillería, y nuestro Agente Especial ante La Haya, en mantener la demanda estando a puertas de la presentación de la memoria que sustenta la demanda. Algún senador (de la Cámara que se ocupa de asuntos internacionales) de la oposición, sorprendente y desatinadamente habló de “congelar” dicha demanda. Nada serían tan contrario a los intereses del país. La notoria mala actitud de los funcionarios chilenos desde que se conoció la acción de la diplomacia boliviana, retomando la iniciativa en tan caro anhelo, el de reintegración marítima, debiera ser suficiente indicador de que no es mal camino; evitar bilateralizar, en diálogos improductivos ad aeternum. Ese es el más visible aprendizaje de nuestro Primer Mandatario desde que está en funciones: los estados tiene intereses, independientemente de las simpatías o no de sus eventuales representantes. Esto es válido para los temas de envergadura, desde luego no aplica a cosas intrascendentes. El tratamiento que merecemos en este asunto es ostensiblemente distinto del que dio al Perú, recién nomás cuando ese antiguo aliado en la Guerra del XIX presentó su demanda ante idéntico juez. La prepotencia la guarda para Bolivia. Y no hay que ser complaciente con ella nunca. Por ello, fue atinado asistir a esta segunda posesión de la Sra. Bachelet, con una agenda que hizo que tal visita no fuera a pasar desapercibida en Santiago. No es que de allí vayan a haber grandes vías de modificación de sus políticas, pero en temas como estos la convergencia de opiniones, desde luego de los nacionales, y todos los que a ella quieran sumarse, incluidos aquellos de esa nación vecina, hemos de mostrarnos persistentes. Mientras más democrático es un régimen más sensible a la opinión pública de sus respectivos ciudadanos. Eso sí, para que esa sea un vector que sume, las adhesiones han de ser resultado de la acción de denuncia razonada e informada y no episódica, que por ello sería volátil. Quizás allí, y solo allí, en el ámbito de la opinión pública, haya cabida para la “diplomacia de los pueblos”.

El lado oscuro de la política

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 17:43:00, under | No comments

(publicado en ANF julio 2014) Siempre que el panorama político me decepciona –y eso ocurre más frecuentemente de lo que quisiera- me repito a mí mismo que hay que poder ver los matices del gris, y ya con Goethe, lo multicolor del mundo. Pues ahora que varios nombres de conciudadanos y conciudadanas se conocieron con motivo de las listas para los cargos de elección popular y algunos alineamientos concomitantes, su poder de exorcizar mis humores negros no funcionó, y eso que estoy aprendiendo el poder del mantra… De todas formas me resisto a abandonarme al pesimismo, sobre todo cuando en octubre hay la posibilidad de cambiar, siquiera un poco, el paisaje actual. Por eso quiero reflexionar brevemente sobre lo que pudo haber pasado para que personas valiosas, hombres y mujeres, que en el pasado cercano mostraron su oposición al régimen actual por razones políticas que comparto y hoy declaran su favor al oficialismo; que en el fondo es lo profundamente humano que tiene esta actividad, “la más arquitectónica” solía decir el maestro de maestros, Aristóteles, que está orientada por valores éticos. En el otro extremo de la comprensión política está aquella que predica como decisiva la relación amigo-enemigo, y por ello no sería sino una extensión conveniente de la guerra. De allí el despliegue por la dominación, la intimidación, las limitaciones de dimensiones importantes de la vida diaria a esos opositores que finalmente los pone ante la difícil opción de declararse favorables hoy al binomio oficialista. No puedo condenarlos, porque recuerdo declaraciones valientes de ellos, de Doña Justa y de Don René, en el momento del abierto conflicto con el poder político que, embravecido, arremetió contra ellos. Ellos representan algo muy distinto de lo que un abogado cruceño, ahora candidato masista, sobre el que se conocieron públicamente denuncias de lo que lamentablemente es moneda corriente en la maltratada administración de la justicia boliviana, por lo cual ahora está en crisis aguda y de difícil solución. Esos acomodos a lo largo y ancho de este sufrido país son demasiado conocidos para sorprender. Lo curioso es escuchar proclamas de reconciliación entre los políticos oficialistas a la hora de justificar esas conductas, ellos que han hecho del rencor y la descalificación su manera predilecta de intervención pública. Se transmite actualmente, creo solo en cable, una serie ya atiborrada de premios, Game of Thrones donde unos jóvenes personajes, ambos luchando por el reconocimiento de sus severos padres gobernantes de reinos rivales, se enfrentan y uno es derrotado y hecho prisionero. Como está ambientada en época medieval, mediante la tortura el derrotado es sometido y se convierte en dócil servidor del repugnante victorioso. Rehuyo esa imagen como símil para entender el comportamiento de mis congéneres en el momento actual; pero, tozuda, esa imagen reaparece con la fuerza con la que la de Banquo atormentaba a Macbeth, no en vano eso ocurre en la tragedia del poder político por excelencia, y allí grandezas y miserias de lo humano. Sigo resistiéndome al pesimismo. Y por ello creo que minimalísticamente habrá que ver con lupa a quienes favorecer con el voto, puesto que al favorecer un determinado binomio para la cúspide del Estado, también opera para la elección del senador/a y del diputado/a plurinominal; es decir que con un voto podemos elegir a cuatro mandatarios. Lo del uninominal es más obvio y felizmente desde sus inicios el voto cruzado ya opera. Es verdad que no tenemos entre los miembros del panorana electoral de la clase política actual figuras de la entereza del recordado Marcelo Quiroga Santa Cruz, pero hay gente con merecimientos de valor civil y vocación de servicio, cierto que pocos y pocas, y a esos raros especímenes habrá que favorecer. Tiempos oscuros estos, pese al abigarramiento y bulla a veces con danza en los lugares menos esperados, como el atrio de la universidad paceña.

viernes, 30 de mayo de 2014

De la democracia como pluralismo

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 12:13:00, under | No comments

(Publicado en la página web de la Agencia Nacional Fides, la última semana de enero 2014) La democracia es un concepto esencialmente político, aunque es verdad que con su evolución ha ido abarcando otras dimensiones de la realidad humana, pero no por ello pierde ese cogollo desde el que es concebible la convivencia con espacio para las diferencias, especialmente las políticas; esto es, referente ineludible a cómo y quiénes gobiernan a la sociedad en su conjunto. Incluso valores como la igualdad y la libertad son conciliables con el despliegue del pluralismo, como han demostrado por la negativa regímenes políticos que le apostaron a uno de estos “…dad” en detrimento del otro: sea capitalismo sin regulación, sea socialismo realmente existente. Lo anterior es para aclararnos colectivamente las descalificaciones que recientemente escuchamos del Vicepresidente cuando antecedió el discurso “informe” de Su Excelencia, que verdaderamente es un orador difícil de seguir, por más que nos prometa más horas en futuros rituales que dudo llamar de oratoria. Por lo demás, ¿por qué les incomoda tanto las críticas de la oposición-en sus distintas variantes- sobre las amenazas reales sobre la democracia, si las cosas van tan bien? Es probable que no sean tan minúsculos esos miembros que le critican al régimen, no porque el Primer Mandatario sea ”indio”, aunque recientemente él mismo aclaró que es “dirigente campesino”. Recordemos que hasta los prudentísimos funcionarios de NN. UU. han manifestado su preocupación por el asedio judicial a miembros de la oposición, varios de ellos obligados a refugiarse ante la imposibilidad de responder a decenas de juicios alentados desde el oficialismo, con ese poder (“órgano”) largamente dependiente del poder político, que hasta la saliente Ministra de Justicia reconoce que con la elección popular –previamente seleccionados por la mayoría masista- no ha sido una medida atinada, a juzgar por sus resultados actuales. A estas alturas ya no tiene credibilidad la victimación que en los lejanos mediados de la década pasada tenían alguna validez en la figura del “presidente indio”. Es que reconocer que la represión de Chaparina ha sido un error no queda en una declaración simplemente y a otra cosa. No, ha lastimado, quizás definitivamente, esa identidad cultural y social de la que quería hacerse el (¿único?) portaestandarte el gobierno y su titular. Y aunque el TIPNIS quede como territorio sobreprotegido (por el momento electoral) del régimen, éste no será más visto como un gobierno de indígenas, ni representantes de sectores populares. Dicho sea de paso, según las declaraciones de patrimonio de los ministros, recientemente conocidas, la mayoría son millonarios en la moneda nacional, ninguno puede competir en austeridad con el Presidente Mujica y desde luego están entre el 2 ó 3% de la pirámide económica de la sociedad boliviana, lo que es sí mismo no es pecado ni delito. Empero, pobrecitos no son, entonces ¿qué tanto discurso contra la oligarquía? Ya Tocqueville decía que tras los partidos políticos se ocultaban las ansias de sustituir a los existentes en funciones de gobierno para disfrutar de los privilegios de aquellos, las mieses del poder… Nada de lo anterior niega que hayan logros sociales y económicos, aunque de corto plazo estos últimos, porque son efecto principalmente de los precios de nuestras materias primas, ciertamente mejor recaudadas por efecto de la renegociación de contratos con las petroleras en el lejano mayo del 2006. La expansión de la economía informal, básicamente informal, ha difundido la bonanza; y ésa es la fuente actual de la legitimidad del régimen. Quizás sea justo incluir en el crecimiento productivo el crecimiento de la producción de la hoja de coca, aunque las cifras oficiales sean difusas y contradictorias, como mostró el conflicto en Apolo, zona de producción tradicional y reducida en comparación a otras “de transición” según la vigente Ley 1008, largamente sobrepasada en sus 12 mil hectáreas legales. De nuevo las críticas al régimen no son inventos de los neoliberales desplazados. La Conferencia de Obispos católicos en 2012 ha señalado esa como una de su preocupaciones centrales y es que la idea de separación y respeto a la independencia de poderes, de apego a la norma vigente no está en la coordenadas que guían el accionar político del propio presidente, ¿acaso no ha dicho y repetido que cuando sus abogados le recuerdan leyes que restringen ese accionar, él “le mete nomás” y después que arreglen ellos que para eso han estudiado? Triste rol de quienes debían ser los guardianes eminentes del Estado de derecho, entendido como avance civilizatorio, porque la política democrática implica límites incluso para los gobernantes, incluso para los populares, sin consideración de cuál sea la fuente de esa popularidad. También por eso mismo, por la vigencia por diseño de tales límites, hay restricción en los periodos posibles de ese ejercicio y no interpretaciones caprichosas de un texto constitucional clarísimo en su redacción y su espíritu (Disposición transitoria segunda, CPE 2009), además de acuerdos políticos no honrados.

El drama político venezolano

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 12:09:00, under | No comments

(publicado como columna virtual en la página web de la Agencia Nacional Fides, 2da. quincena de febrero 2014) Cuando un gobierno cualquiera, por las razones que sean, reprime hiere y mata a sus ciudadanos, no merece estar es ese sitial que tiene entre sus mandatos sustanciales garantizar o al menos propugnar la convivencia de sus miembros. Y el actual gobierno venezolano ha sido y está siendo explícito que esa no es su prioridad. Venezuela, ésta sí nación hermana, se desangra por el torpe y autócrata manejo de la crisis política heredada de los largos años de gobierno del Cnel. Hugo Chávez. Pero, luego de las primeras declaraciones del actual gobernante Nicolás Maduro durante su campaña para la exigua victoria electoral, ya se sabía que nada bueno iba a venir de tan tosco personaje en perspectiva del conjunto de la sociedad venezolana. No sólo que inevitablemente declinaría el liderazgo de los países del ALBA que H. Chávez había logrado impulsar a fuerza de carisma y los apoyos contantes y sonantes resultado de la inmensa riqueza petrolera venezolana. Ya se sabe que el carisma es intransferible, y aunque puede ayudar para ganar una elección-homenaje como ocurrió en el caso que abordamos, no da para consolidar un régimen ya desgastado. A los visibles problemas de abastecimiento, efecto del desincentivo a la industria propia se suma la respuesta represiva a la protesta social. El tono amenazante, las medidas punitivas y finalmente el uso de la fuerza pública en actitud de “escarmentar” esa protesta sólo deja a los sectores de oposición en la perspectiva de jugarse a formas de transición de tan lamentable manejo que no tiene nada de democrático ni de respeto a las libertades civiles. Es improbable la opción del golpe de estado, porque eso lo suelen manejar los militares, que en el caso venezolano, por lo menos en sus cúpulas, está coludido con el actual régimen. Pero aun el complaciente mandamás del la OEA está expresando su preocupación por la manera en que se está manejando la crisis. Y aunque los medios y redes sociales informáticas están tratando de ser anuladas –como involuntaria confesión de empezar a ser rebasado por la opinión pública-, ya hay un creciente desapego hacia un régimen que algún momento concitó aplastante respaldo popular, precisamente por el fácil expediente del halago populista inmediato (bonos o “misiones”) pero de débil sostenibilidad. Dicho de manera muy esquemática, cuando la economía del día a día se vuelve tan complicada en sus abastecimientos primarios y el gobierno, así sea el que uno ha respaldado en su momento, sólo atina a amenazar y a maltratar a sus ciudadanos en legítima protesta; lo que estamos viendo es un régimen que conspira contra sí. Las descalificaciones subidas de tono y las acciones consecuentes de quienes debieran solucionar los problemas y no agravarlos, sólo pueden tener el derrotero de su propio fin. No hay aquí alineamiento ideológico. Cuando un gobierno cualquiera, por las razones que sean, reprime hiere y mata a sus ciudadanos, no merece estar es ese sitial que tiene entre sus mandatos sustanciales garantizar o al menos propugnar la convivencia de sus miembros. Y el actual gobierno venezolano ha sido y está siendo explícito que esa no es su prioridad. Ojalá los otros actores políticos sepan encontrar la fórmula para modificar ese curso de cosas sin costos humanos que, con nuestras dificultades, pensamos que en la región eran cosas del pasado y que, justamente por el doloroso recuerdo de ellas, no quisiéramos se repitan jamás. Venezuela, patria de nuestros libertadores sensible a los patriotas insurgentes locales, merece mejores días y toda voz de conciencia solidaria debe ser dicha y oída.

Juntos o irrelevantes. Lectura de la foto de intención electoral opositora

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 12:05:00, under | No comments

(Publicado en el suplemento dominical "Septimo Día" de El Deber, Santa Cruz, 4-V.2014) Estos recientes días se han conocido dos encuestas y ya suscitaron reacciones principalmente en los mismos protagonistas y para nuestro propósito aquí nos centraremos en los posibles escenarios que pueden emerger de los datos de la fotografía. Uso los datos presentados por El Deber y Página Siete que tiene cobertura provincial y en ese sentido es más completa que la otra. Recapitulemos primero algunos de esos datos: el más importante es que las distancias se acortan, candidato único opositor 34% vs. con el candidato presidente con 38%; por ello, contra lo que algunos sostienen: no es invulnerable el Presidente. Volveremos a ese abstracto “candidato (único) opositor” luego de repasar a los con nombre y apellido que se encuentran en liza para ocupar ese sitial. Tan importante como ese declive oficialista es que la oposición no capitaliza esa bajada. Los con mayor intención de voto relativo (Samuel Doria Medina y Rubén Costas) están prácticamente “trancados”, con el añadido de que Costas es el que más resistencia genera, mientras que el porcentaje a favor de Juan del Granado no despunta. En suma, los opositores por separado, dispersos, no son “nada”. Esto explica las rápidas declaraciones de los dos mencionados primero. No tuvo nada de triunfalista la declaración de Samuel al conocerse el resultado de la encuesta “interna” del Frente Amplio (FA), pero también refleja un mayor afianzamiento pues la encuesta principal que comentamos le da 14% a este dirigente, con importante presencia (en lo relativo) en todo el ámbito nacional. Puede sostenerse que el posicionamiento de Samuel, “humanizando al candidato” como empresario con responsabilidad social y que la crítica al poco carisma del candidato está siendo atendida. Como sea, no es irrelevante que el ya oficialmente abanderado de esa iniciativa del FA diga que podría ceder la candidatura en aras de una única postulación que aglutinen a las tres fuerzas más visibles en el escenario opositor. Por su parte, Rubén Costas también va percibiendo sus límites, al menos en esta ocasión, y por ello se han conocido desde sus filas más de una vez alusiones a la posible candidatura de Luis Revilla (alcalde paceño) que ya ha sido rechazada desde el MSM. Los datos, en efecto, muestran que ni Juan ni Rubén y tampoco Luis Revilla son por ahora potables: no es esta su elección. Aquí, debo reiterar, no estoy diciendo mis preferencias, sino lo que las cifras están mostrando en esta coyuntura. Otro dato relevante son los NS y NR (no sabe y no responde) y “ninguno” que suman un apreciable 28% consistente con el 26% de inseguridad de decisión del voto (“nada seguro” y 16% NS-NR). Antes de explorar ese potencial, apuntemos el plano regional. A diferencia de lo que en el reciente pasado, cuando tenía vigencia la denominada “Media luna”, ahora Cochabamba y Chuquisaca son los más polarizados, mientras que Beni y Tarija son los más opositores. Como se sabe, el recién creado partido que costas encabeza tiene importante base regional en Santa Cruz, aunque los porcentajes ocultan el peso específico que tiene tal departamento que demográficamente es ya del misma gravitación que La Paz, hasta hace poco decisivo en ese aspecto. Aquí, considerando los indecisos y los referentes regionales, es donde cobra fuerza la idea del binomio: el más obvio es completar a Samuel (con una figura con marcado ascendiente en los valles o en tierras bajas). Recordemos que la figura vicepresidencial es importante para sumar y restar, como nos muestra la reciente vulnerabilidad de Evo las conocidas denuncias sobre beneficios non santos de familiares del vicepresidente García Linera. También se podría considerar una figura femenina, aunque los datos conocidos no fueron presentados con diferenciación de género. También es posible que una figura de origen indígena, que podría cruzarse con de base de tierras bajas, digamos del TIPNIS, que a pesar de su relativamente pequeño caudal de identidad étnica, la solidaridad que despertó Chaparina en las principales capitales departamentales (La Paz incluida) podría ser capitalizada electoralmente. Para acabar, Juan junto al MSM y Rubén con su MSD han dado unos pasos importantes en acercamientos programáticos –porque ellos dos juntos no muestran gran atracción en la encuesta- pero esa discusión es crucial para ganar confianza y pensar en serio un gobierno de coalición con un programa realizable, que no sea la lamentable fragilidad que representó Convergencia Nacional en las anteriores elecciones presidenciales. Si el intenso debate que tales opciones está produciendo resulta en concreciones de una oposición responsable, la salud de nuestra cojitranca democracia será revitalizada.

lunes, 20 de enero de 2014

Jim Malloy, los bolivianos y la revolución

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 16:16:00, under | No comments

* (Cfr. La Paz, www.noticiasfides.com/... 29 de noviembre). Acorde a mi oficio, que esté año retomé con renovado vigor y frecuencia, releí el magnífico tomo Bolivia: La Revolución Inconclusa que el CERES de Cochabamba tuvo a bien publicar casi dos décadas después de su inicial aparición con el sello de la Universidad de Pittsburgh (1970), donde años antes se presentó como tesis doctoral. Por las mismas razones académicas releí la anterior semana La Formación de la Conciencia Nacional de nuestro admirado René Zavaleta. Se escribieron en los mismos años, luego de la caída del MNR en 1964 y aunque los uso en el curso para propósitos diferentes, no puedo evitar aquí una rápida comparación. El trabajo de Zavaleta, en una prosa trabajada, dolida y a momentos indignada “dicho siempre con una dicción muy boliviana, entre prieta y torrencial, apeñuscada y abreviatoria” como dijera y escribiera mi querido maestro, el uruguayo Carlos Martínez Moreno. Esa sensibilidad me retroae a mis años formativos en la UNAM, pero visto de nuevo ahora, es claro que ese trabajo de René es el de un militante forjando la misma conciencia nacional del título, es decir, el trabajo del activo compañero nacionalista. En cambio, el trabajo del Prof. Malloy tiene, como ya señalamos, un explícito talante académico, aunque con unas notas y alusiones no muy frecuentes en el medio académico estadounidense. Da cuenta del proceso revolucionario en nuestro país más allá de los tres días de enfrentamiento armado, donde, sostiene, los revolucionarios se ven compelidos a formar un nuevo orden estatal, tarea nada fácil puesto que aunque los recién llegados habían tenido éxito denostando el “superestado”, era claro que institucionalmente era muy precario lo existente, y peor luego de la marejada revolucionaria dispersa y corporativa a lo sumo, cuando no francamente localista. Sin embargo de tal caracterización y de su tesis principal, a la que volveré luego, no es una mirada simplificada de tan tumultuoso acontecimiento. Lo que muestra con gran claridad, a partir del recojo de entrevistas a actores claves del periodo, políticos y dirigentes sindicales, es lo cambiante que fueron las correlaciones de fuerza y el papel equilibrador y atenuador del Dr. Paz Estenssoro, además claro, de capitalizar para sí el liderazgo del proceso. No están exentas de su relato las acciones heroicas y a veces suicidas de los actores del drama, pero el principal aporte está en explicar la racionalidad de los cambios y tomas de posición, bastante más pedestres (por ejemplo búsqueda de “pegas”) que los rimbombantes discursos. Así, la conclusión final, que da título al trabajo no deja de ser incómoda pero pertinente, por eso escribo este texto: La Revolución boliviana, a diferencia de otra cercanas en el continente, no tuvo un éxito similar en su permanencia con sus titulares partidarios, porque el conflicto entre el reparto o distribución de ingresos representaba una presión tan alta que impedía una inversión o acumulación para desarrollo de inversiones de maduración más lenta aunque más estratégica. Por eso es una tarea inconclusa, no importa la cantidad de violencia o movilización empleada. ¡Qué contraste con la situación actual, de un régimen que se dice revolucionario y no encuentra maneras más visionarias de invertir el capital estatal disponible! Pero volvamos a Jim Malloy y ese trabajo que marcó definitivamente su orientación en la ciencia política norteamericana. Lo traté como a mi tutor en los comienzos de los noventas. Ya era un reputado latinoamericanista y se había ocupado de casos como el brasileño, el mexicano, y el argentino a propósito de autoritarismo y seguridad social. Cierta vez dijo que le molestaba que algunos de sus colegas le tuvieran por “intelectual chico” puesto que se había ocupado (y volvía siempre) a ese “país chico”, aunque esa época ya había ampliado esa preocupación a la región andina (al menos Perú y Ecuador también) y su perspectiva comparada con los del Cono Sur. Sus varios su tutorados, casi ningún gringo, coincidimos que era exigente, con alguna incomodidad, yo decía que era como si pretendiese ser “nuestro padre intelectual”. Mis compañeros me miraban con cierta cara de reproche, cuando en medio de una explicación del pensamiento de Weber o Tocqueville –lo mismo da-, volvía a contarnos la previsión aguda de Paz Estenssoro a propósito del desenlace electoral y posteriores acuerdos que le permitieron ejercer la presidencia por última vez en el periodo 1985-89. No era al único personaje político que admiraba de nuestro país. En realidad, sin menoscabo de su mirada crítica sobre el proceso político nuestro, debo contar que me impresionó la única vez que visitamos su casa con esos compañeros rioplanteses que lo teníamos de consejero: la paredes tenían textiles norpotosinos o chuquisaqueños y en el centro de sala, sobre la mesa una preciosa máscara de la diablada orureña; parecía la casa de un exiliado boliviano añorando volver a la patria.

El rol político de la universidad

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 16:13:00, under | No comments

*(publicado en La Razón en el suplemento el Animal político, La Paz, 8 de diciembre del 2013 y la semana siguiente en el columna virtual de ANF). En este texto daremos prioridad a lo programático antes que al diagnóstico para centrarnos en el horizonte posible de la universidad pública. Algo, sin embargo, hay que decir de lo primero para que desde lo que está en curso puedan afianzarse los espacios preservados de la mediocridad y corregir y reformar aquello que le impide una proyección como la que explicitamos luego. Lo primero es concordar en que es disímil el panorama no solo entre las distintas universidades, sino en el interior mismo de cada una y aun dentro de una misma facultad en referencia a la calidad de la formación allí impartida, sus docentes y estudiantes. También es claro que el sector de los administrativos tiene un poder vinculado a la ejecución presupuestaria desproporcionado a su rol específico, de facilitador. Si bien no son parte del “cogobierno” (docente-estudiantil), en la medida que disponen de la llave de los recursos monetarios, manejan éstos con procedimientos ya caducos para el tamaño de las universidades y no tiene las actualizaciones que por ejemplo son materia conocida en la carrera de administración, donde el paradigma burocrático podría ser presentado como antecedente muy lejano del gerencial. No ocurre en cada centro, pero es claro que, en algunos, los dirigentes estudiantiles disponen de recursos y poder más allá de lo vinculado a un diseño de equilibrios y controles cruzados. Finalmente, en ciertas carreras y facultades hay grupos de profesores que forman camarillas con objetivos ajenos al desarrollo académico. En el ámbito de las fortalezas relativas existen carreras con profesores y profesoras de importante trayectoria, que han hecho de la educación superior su vocación de vida y consiguieron establecer estándares que apuntan a la excelencia y competitividad académica. Usualmente son carreras y centros de investigación con relativo poco alumnado y también reducido número de docentes e investigadores, donde existe comunidad académica que actúa como tal. Y ahora algo de lo que puede ser y es coherente con el pasado, incluso no muy lejano, donde el papel de la universidad (la única existente entonces, la pública) era relevante en el debate político. Ayer como ahora, el saber y la inteligencia en específico contexto son útiles y orientadores. Y aquí es que la autonomía universitaria es imprescindible, en su ámbito específicamente intelectual y moral. La actual Constitución, como las anteriores (desde la de 1938) la describe en términos financieros y materiales, que sin duda es requisito, pero para que pueda ejercerse la otra, la de libertad de pensamiento sin más cortapisas que la responsabilidad de sus protagonistas. Se ejercita, además, en un contexto de amplio pluralismo, que, sin embargo, no se trata de “cualquier cosa tiene igual (ningún) valor”, sino que contrasta unas afirmaciones con otras obligando a que los argumentos pesen y sobresalgan, lo que desarrolla en el conjunto involucrado una capacidad de juicio necesariamente valorativo, por eso decíamos “moral”. Esa responsabilidad demanda perspectivas de mayor aliento, el largo plazo, a despecho del inmediatismo político-partidario. No tanto como correctivo, y menos sustitución de ese ámbito, cuanto como persuasivo señuelo que interpela a la sociedad civil (de la que es parte) mientras que no desatiende su colaboración al Estado, en tanto expresa un bien público, pero no se confunde con él. Como resultado de nuestra intensa vida política pugnaz, esas perspectivas de más amplio arco de tiempo quedan mayormente minimizadas y sabemos que nada importante se construye en un instante. Es verdad que vivimos una época de cambios que comparada con otros periodos pueden calificarse de vertiginosos. Pero sería iluso pensar que todos son deseables y edificantes. Por ello, la idea de continuidad (asociada a la memoria) y apertura (especialmente ante la refundación permanente del poder político), son, de nuevo, demandadas con el equilibrio que resulta de la comprensión de fenómenos en curso, de suyo complejos. Precisamente lo de apertura requiere de investigación, de producción de nuevo conocimiento, pero en función de marcos más generales y una compresión lúcida de los contextos de nuestra sociedad y del mundo. Por ello resulta miope, por ejemplo, eliminar expresamente de recursos frescos (como el IDH) a centros de investigación “que no dependen de alguna facultad” cuando precisamente su creación responde a la necesidad de responder multidisciplinariamente a fenómenos complejos, digamos el desarrollo nacional. Concluimos con dos o tres temas en los que el trabajo universitario y su proyección política puede hacer la diferencia: El tratamiento de la interculturalidad, hacia adentro, la propia sociedad boliviana en su pluralidad cultural, no como moda, sino como dato estructural. Recoge saberes, se enriquece con ellos pero también es capaz de no ceder a ciertas (m)odas poco serias y demasiado románticas: siempre con apertura a debate, como prueba última de validación, que es forjar y contribuir a diseminar un ethos democrático. Hacia afuera, en al ámbito internacional, una comunidad universitaria sensible y atenta a procesos de integración e interacción en varios ámbitos, no únicamente “técnicos”, pero no entreguista. No ser ingenuos en relación a intereses. Los políticos tienen su espacio y mérito (“conocimiento práctico”) y en ellos el sentido de lo urgente actúa más; el de la perspectiva más ponderada y liberada de la presión de la tumultuosa política, en la academia. Y finalmente una sostenida política de becas, con criterios primordialmente meritocráticos, como forma de inserción de las mentes más promisorias al esfuerzo permanente y la autoexigencia: hábitos de carácter ciudadano activo e influyente que, en los varios ámbitos de desempeño, contribuyan a ampliar una cultura de trabajo intelectual y moral serio, que de lo festivo abunda.

La oposición: ¿el riesgo de los reyes chiquitos?

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 16:04:00, under | No comments

*(Publicado en La Razón, "Animal Político", domingo 12 de enero del 2014 y la semana del 14 del mes como columna virtual en ANF, Agencia Nacional Fides) Este 2014 la oposición tendrá una prueba difícil, puesto que no depende tanto de lo que haga el populoso MAS y el presidente-candidato, sino de sí misma; es decir, de los miembros directivos más visibles de las distintas fracciones y expresiones que la conforman. Abundando esta formulación, digamos que se requiere comportamiento de mediano y largo plazo, que es justo la característica que en general carecen los políticos y que en el caso que nos ocupa implica un nivel de modestia y consideración a intereses generales, que tampoco es un rasgo notable de cualquier político, especialmente de los que pretenden una proyección presidencial. A continuación un recuento de las principales fuerzas opositoras para ponderar esa proyección y sus reducidas posibilidades de éxito, individualmente consideradas. El Movimiento Sin Miedo (MSM) tuvo una precipitada proclamación de candidatura presidencial de su líder histórico, Juan del Granado, afectando así, quizás de manera irrecuperable, posibilidades de una alianza con otras fuerzas de relativa envergadura. La trayectoria del MSM es valiosa en la construcción del espacio público democrático en nuestro país, incluido el rol de Juan contra la impunidad de la última dictadura militar, además de su notable influencia en la capital política del país. Por ello su participación en un eventual frente era -y sigue siendo- de insoslayable importancia. Cuenta con un valioso y crítico diagnóstico de la situación política del “proceso de cambio”, y como pocos sabe que esos importantes triunfos de los primeros años del régimen son resultado de una acumulación del propio proceso democrático boliviano y no patrimonio exclusivo del MAS ni del presidente Morales. El Movimiento Demócrata Social (MDS) que encabeza el gobernador de Santa Cruz, Rubén Costas, representa la vigencia del reclamo autonómico en el país y ha transitado de posiciones intransigentes cuando este político ejercía de cabeza del Comité Cívico cruceño a unas más afines al juego democrático en una comunidad política nacional. Su nuevo denominativo (dejando el de Verdes, que aludía a una identidad regional) y su proclamación presidencial en Cochabamba enfatiza una proyección nacional y una autoinscripción ideológica (socialdemocracia) que implica también una comprensión del rasgo ideológico mayoritario donde hay que dar la disputa por las adhesiones electorales. Las intervenciones en la prensa de Oscar Ortiz son muy explícitas en la reinvindicación de las premisas básicas de cualquier democracia moderna, como si dijéramos, que ha ocurrido una concienciación acelerada del valor del pluralismo político a partir de la conculcación más o menos cercana de opositores de tierras bajas. El Frente Amplio (FA), cuya expresión político electoral más visible es Unidad Nacional encabezada por Samuel Doria Medina no tiene un anclaje territorial tan visible como las dos fuerzas anteriores y ello podría ser una ventaja en una articulación de fuerzas, y es de allí justamente de donde la convocatoria de FA es más consistente y persistente. Hasta ahora ha sumado a grupos pequeños en número pero de peso cualitativo por su capital intelectual y moral. No hace falta coincidir en cada una de sus formulaciones, pero es indudable que hay que saludar su tenor democrático al proponer a la discusión pública cuestiones como el cosmopolitismo versus un cierto nacionalismo sobre todo de cuño étnico de la retórica oficialista y no caer en el extremo del chauvinismo. De otra parte, con las experiencias de éxito electoral en el Beni y en Sucre donde se derrotó al oficialismo, hay que reconocer la validez y viabilidad de convocatorias anticaudillistas y de proponer un liderazgo colegiado como compromiso de maduración democrática. Los y las candidatas con menos seguidores en las encuestas, sin menoscabo de sus méritos personales, todavía no han generado una proyección que puedan ser considerados con posibilidades reales de éxito debieran contribuir a formar elencos de personalidades (por ejemplo para senadores o ministros en áreas de su especialidad) alrededor de aquellas con mayor convocatoria, no como pragmática alianza, sino alentando una discusión que mejore las propuestas electorales elevando el contenido programático de aquellas. Como la dinámica política en Bolivia es muy intensa, no podemos descartar que las tres opciones que repasamos puedan todavía aliarse aumentando sus posibilidades de mejor desempeño en los comicios de fin de año y debieran seriamente intentarlo. Sabemos que las consideraciones ético-políticas tienen límites en su efecto persuasivo, pero las razones de contexto y del rival mayor debieran tener la debida atención. Y ahí es que vale la pena recordar que el presidente-candidato tiene mucho a su favor, desde la bonanza económica que le tocó administrar y como sabemos money talks con efecto a mucha gente sin mayor compromiso programático, la sostenida campaña de tipo electoral en medio de una cultura política caudillesca mayormente (auténtico “caballo del corregidor”); y no menor, una administración de justicia grandemente cooptada incluyendo un árbitro de dudosa imparcialidad, como se ha mostrado recientemente con la habilitación inconstitucional para la candidatura del binomio oficialista y las declaraciones del tribunal electoral amenazantes para los opositores y complaciente con el oficialismo que tiene formalmente prohibiciones de uso de recurso públicos para proselitismo partidario. Ojalá este sentido de supervivencia esté más sensible para que lo meritorio y valiente que tiene constituirse en opositor a un régimen intolerante con la disidencia tenga un sentido mayor que el solo testimonial, y pueda dar continuidad a la vida democrática revitalizada con mayores grados de inclusión; es de esperar, con el ejercicio de libertades políticas sin amenazas.

viernes, 1 de noviembre de 2013

La democracia en octubre: historia contemporánea y enseñanzas

Posted by Gonzalo Rojas Ortuste 16:34:00, under | No comments

La democracia en octubre: historia contemporánea y enseñanzas Al Cnel. (r ) Angel Ortuste Oporto Gonzalo Rojas Ortuste Varios episodios de nuestra historia contemporánea tuvieron en octubre hitos en la construcción de la democracia en sus varias acepciones, que revisamos aquí, así sea solo para no desmayar en ese empeño; colectivo y ciudadano. En octubre de 1969, cuando la Revolución Nacional se resistía a morir, se decretó la nacionalización del petróleo, intentando retomar las banderas nacionalistas con el Estado soberano de sus materias primas estratégicas, ese gabinete de notables con Marcelo Quiroga y el momentáneo liderazgo del Gral. Ovando, en un gesto para definir una correlación difícil. Después de los años de la ”restauración”, como sin ambages la denominó el Gral. Barrientos, también pasajero líder de la reacción, ante la ya languideciente revolución social. Aquí estaba primando la idea de que una de nuestras principales riquezas sociales debía tener un uso y beneficio también social: dimensión socioeconómica de la democracia, si se quiere abreviar. La otra es la recuperación de las libertades políticas, la de octubre de 1982, también luego de varios intentos por desplazar a los uniformados a sus tareas constitucionales, no pretorianas. Aquí, de nuevo, la movilización social empujaba un proyecto que tenía claro, sobre todo, lo que no quería, que rechazaba la dictadura, ese monopolio minúsculo de miembros habilitados para hacer política negando a los demás su condición ciudadana. Vendría después la azarosa conducción de política económica que hubiera dado con el trasto de ese esfuerzo de no haber tenido nuestro entonces presidente, el Dr. Hernán Siles Zuazo, la generosidad para acortar su mandato y retirarse de la vida política como el digno patricio que fue. Pasarían dos periodos constitucionales para que la ciudadanía nacional popular recupera algún protagonismo, merced al contexto reformista de los 90s, luego de la “década perdida”, como la CEPAL denominó para la región las dificultades económicas que la población enfrentó y conspiraban contra el régimen democrático. Con derechos ciudadanos, era preciso avanzar en respuestas socioeconómicas que, desmantelado lo poco que había del Estado “benefactor”, debía movilizar voluntad social. El otro octubre, el del 2003, era de rechazo a unos actores políticos que habiendo realizado reformas sociales fueron incapaces de reformarse a sí mismos y decidieron que los negocios nacionales debían ser tratados como asunto de cúpulas, para entonces muy desgastadas y casi asustadas por el empoderamiento social y también ciudadano. Como aquí faltó la grandeza del Dr. Siles, se los expulsó y se empezó a postular un recambio de élites, de decisores políticos de lo público. Y esos negocios nacionales tenían que ver con el destino del gas; de nuevo, con esos bienes que nacionalismo revolucionario de por medio, sentimos como patrimonio nacional irrenunciable. Podemos hacer la cuenta de los aniversarios involucrados, pero lo que importa es lo que podemos aprender de cada episodio. Está claro que, crecientemente, se ha afincado colectivamente la convicción de que para asuntos públicos de importancia como el destino de nuestras materias primas, en uno y otro caso; o la manera de gestionar nuestro destino compartido (arreglos institucionales de la democracia), no toleramos que unos cuantos, así sea a nombre de los ángeles (“seguridad nacional”, globalización o “estado plurinacional”) se arroguen la facultad de decidir sin involucramientos ciudadanos en lo público. No es arbitraria la inclusión del Estado “pluri-multi”, Chaparina se adelantó en el almanaque una semana, pero el arribo de la VIII marcha del TIPNIS llegó puntual y con olor de multitudes y solidaridad en octubre del 2011. Porque también estamos densificando el sentido de los bienes públicos estratégico, no sólo son commodities, también es el modo de vida de los pueblos indígenas (en este caso de tierras bajas), y el cuidado ambiental que será un legado para nuestros hijos y nietos. Esta idea de bienes públicos está ya indisociada del ámbito público para definirlos, tiene que ver con la discusión plural que los reconozca como tales, primero; y que siga el proceso opinión- convicción (pública, otra vez) sobre su destino. Eso se conoce como pluralismo, hoy condición sin la cual no se puede sostener como democracia un orden social y político. Y aunque incomode a los y las ungidos/as del momento, sí, buena parte de los bolivianos y las bolivianas hoy podemos decir que democracia no es sólo mayoría electoral –ineluctablemente transitoria, por lo demás- sino, principalmente, discusión ciudadana que requiere de vigencia de derechos, no del amedrentamiento y la descalificación para anularla. Este país sigue siendo más grande que sus eventuales dirigentes.